Marzo fue la última vez que escribí? Impresionante. No sé exactamente por qué dejé de lado este blog. Fue un año agotador, realmente. Tan agotador que perdí las ganas de escribir, de luchar, de estar entusiasmada. Sé que suena triste pero lo sentí así. Tuve momentos increíbles y otros no tanto, por lo menos en lo que se refiere a mi audición. Por suerte, como ya estoy de vacaciones y tuve un mes de descanso ahora me siento lista como para retomar este viejo hábito, cerrar el 2013 y darle la bienvenida al 2014.
La verdad es que fue un año importante el 2013. Es difícil resumir en términos de sensaciones lo que viví en este primer año como implantada. Simplemente me voy a limitar a decir que hubieron muchos cambios, constantemente. En el día a día fui descubriendo miles de sonidos nuevos, acompañada por aquellas personas que más quiero en el camino. A veces eran cosas insignificantes: las campanadas que anuncian la llegada del tren (no se imaginan la emoción cuando lo agarré por primera vez solo por escuchar ese sonido), las campanadas de un reloj de cuerda de pared, el timbre del colectivo, lo que me dijera una persona desde el otro extremo, mis amigos tirando piedras a un tacho de metal y probando mi sentido sonoro de ubicación, un palo de hockey golpeando una bocha, etc. Tantas pequeñas cosas que oí! La vida entera tenía detalles escondidos en todos lados. Hubo momentos en los que estuve muy feliz y otros en los que sentí la frustración de mi vida. Más a fin de año comencé a extrañar el silencio, la tranquilidad, al mismo tiempo que mi familia se enojaba conmigo por no escucharlos jajaj Tuve muchos momentos en los que necesité dejar de lado el sonido, era así. Claramente esto no sucedía en medio de una reunión de amigos, familia o lo que fuere, sino más bien mientras caminara por la calle o cuando estuviera en mi casa sin gente hablándome alrededor. No obstante también tuve momentos en los que me sorprendí a mí misma escuchando sin mirar o incluso ocupada haciendo otras cosas (también se podría decir que muchos empezaron a molestarse por estas actitudes ya que contrastan con la completa atención que ofrecía en el pasado al leer los labios).
En una ocasión este año escribí esto: Hace mucho que no escribo, y no quiero dejar eso atrás. En aquel entonces me ayudó muchísimo y me siento casi en deuda por la contención que me brindó. Era mi camino de liberación. Escribía y dibujaba muchísimo. Poseía un gran mundo interno donde combinaba mi realidad con un mundo más romántico. Cuando empecé a escuchar y a conectarme más con el mundo creo que perdí un poco de eso. Me abrió más los ojos. Simplemente no podía quedarme en mi cajita para siempre. Pero ahora me duele ver tanto, por momentos, porque no puedo refugiarme y tengo que afrontar la realidad, pero no sé cómo. Y hay veces que no puedo hacer nada por los demás, ni por mí misma, y eso me aflige. Me da miedo. Lidiar con las emociones de la gente. A veces es mejor no escuchar ni ver, es el camino fácil. Pero no es suficiente, no para mí. Solo que necesito encontrar la manera de llegar a un balance entre esos dos mundos. A veces duele olvidarte del propio, no tener nada para decir ni nadie que lo quiera escuchar. Sí, por momentos mis pensamientos rozaban lo negativo y me sentía sola, pero como una persona encantadora escribió, "El arte me salvó de la tristeza y soledad que me causó la sordera. Paradójicamente, la soledad fue mi mayor compañía en momentos cruciales e intensos en mi vida. La soledad la encontré en el silencio, y el silencio abrió la puera de mi mundo interior, lleno de historias de todo tipo, lleno de vida". Pocas veces me sentí tan identificada como al leer ese fragmento, y creo que gracias a que hoy me topé con el mismo recibí el impulso que necesitaba para retomar mis escritos.
No me arrepiento de nada. Sé que quizás podría haberle puesto más esfuerzo a mi rehabilitación, pero todavía necesito encontrar mis tiempos. Fue una época de cambios radicales y todavía trato de encontrar el camino para sentirlo centrado. Creo firmemente que si no hubiera pasado por la operación, si no hubiera experimentado el implante coclear, probablemente nunca me hubiera dado cuenta de lo mucho que me afectaba mi hipoacusia. Pasaba desapercibida, estaba cómoda, había creado mis propios mecanismos compensatorios, pero... a qué costo? Solo me hizo falta salir de mi pequeño mundo para darme cuenta del otro que existía y esperaba con los brazos abiertos, mucho más vasto y lleno de cosas por descubrir. Hoy en día me alegro mucho de poder poseer ambos mundos. Sigue siendo un revoltijo constante de emociones que muchas veces me cuesta digerir, mas aún así no lo cambio por nada. Espero que este 2014 me sorprenda mucho más!
No hay comentarios:
Publicar un comentario