Este es un fragmento de lo que escribí al otro día del encendido. Le hice un par de modificaciones para adaptarlo al blog y demás (: Me quedó pendiente lo que pasó durante el reposo y otras noticias bastante importantes que después actualizaré en cuanto termine de redactar mis experiencias más recientes. Mientras tanto, pueden ir leyendo esto:
Sí, una y otra vez me pasó lo mismo: el día anterior a la conexión, a minutos de operarme, al decidir implantarme. Se repite todo el tiempo como si fuese el recorrido de una montaña rusa. Va despacio, te sentís bien hasta que de repente AAAAAAAAAAAAAA y después volvés al estado inicial. Sin embargo, al final te saca una sonrisa, sea cual sea tu experiencia. Así que retomando en donde lo dejé la entrada pasada, quedamos en que al final del día me sentí mejor que a lo largo de toda la semana. Con mi hermano y mi papá después nos quedamos caminando por la calle, disfrutando la noche; mi última noche antes de que la vida adquiera otro color. La disfruté muchísimo, por más simple que fue, y eso me bastó para hacerme sentir bien. Era lo único que necesitaba. La noche parecía encantada. Yo soy una romántica insufrible, me enamoro de detalles muy pequeños como la luz de los postes que le da a la calle, hojas en el suelo, ese clima cálido con vientito que es tan aaaaaaaaaahhggg. Son muchas cosas! Mili, no te vayas de tema, no. Seguimos. A pesar de la linda noche que tuve, el día del encendido a la mañana estuvimos todos con un poco de mal humor, eran los nervios hablando claramente. A lo largo del día se me habían empezado a disipar un poco los nervios, quizás porque todavía no caía en que había llegado el día finalmente. No, no caía en que ya había pasado por la operación y que mis preocupaciones más evidentes se esfumaban. El peso se aliviaba poco a poco. Se aliviaba? No sé, pero nuevamente me volvía a sentir bien. Fue algo muy confuso: imaginaba el momento de la conexión pero no que era YA.
Viajamos con mi hermano, Germán, y mi mamá un buen rato hasta Caballito y llegamos temprano, por lo que hicimos tiempo en una cafetería. Yo estaba extremadamente emocionada, saqué muchas fotos y filmé videos para guardar el recuerdo. Así que llegamos al consultorio, apenas esperamos un ratito y me hicieron pasar. Yo había elegido estar sola durante el encendido porque realmente había pasado por todo sola, y quería salir de ello sola también. Era MI momento. Sin embargo, al final Germán entró conmigo. Allí estaban Gina, mi fonoaudióloga de tantos años que hizo mucho de esto posible, y Silvia, la audióloga especializada en lo que se refiere a los implantes. Apenas entramos nos mostraron todo el equipo con el que venía el implante. Era una caja muy pero muy grande que al abrirla lo primero que encontré fue un peluche implantado! Me hizo el día, es lo más tierno del mundo! Me aferré a ese elefantito durante todo el tiempo que estuve ahí cual nena de 5 años. Finalmente empezamos con todo. Al principio me hicieron un par de pruebas para comprobar cuánto escuchaba, probar, explicado de manera simple, cómo escuchaba las los sonidos de determinadas frecuencias que me "pasaban" por cada electrodo que tengo en el implante. Básicamente era decir cuándo un sonido me resultaba molesto, su intensidad, etc etc (por molesto se entiende que me retumbaba en la cabeza y era insoportable el sonido). Aún así, mi emoción aumentaba poco a poco. Podía palpar el sentimiento de lo que se venía. No me sentía contenta, me sentía extasiada. Esto estaba pasando de verdad, sí! Hasta que llegó. Sí, llegó! "Bueno, ahora vamos a encender el implante. Avisame si sentís algo"....................... Nada. Literalmente, no me di cuenta que me encendieron. O quizás sí, pero no me di cuenta en el momento, fue una sensación muy sutil! La cuestión es que gente previamente implantada me había dicho que iba a escuchar ruidos raros y yo estaba esperando eso. Pero no, casi pasó desapercibido. Y yo, en mi cabeza, me preguntaba y dónde están los ruidos? No fue para nada decepcionante, sino que me sorprendió. Por eso NUNCA ESCUCHEN LO QUE LES DICE LA GENTE. No, mentira jaja pero bueno, fue distinto! Ella me preguntaba si lo sentía encendido, si la escuchaba, y yo respondía no, no siento nada; no, no escucho nada. Hasta que de repente... "Qué fue eso? No, pará, qué fue eso? Lo sentí." Sí! Había sentido algo! Pero no sabía qué era! Y después Silvia me dijo "A ver, escuchás esto? Sssshhhhhhhhh" (la ese hache no lo escucho) Y LO SENTÍ SDKFJNFKJ, de verdad lo sentí! Ahora, recién hace poco me percaté que escuchar es sentir, solo que la gente se acostumbra, siempre está ahí. No te das cuenta que lo sentís. Y para mí estos sonidos agudos eran algo casi desconocido. Me dijo que repitiera lo que hizo ella y cuando lo hice AAAAAAAA QUÉ EMOCIÓN! Me había escuchado! Me estaba empezado a escuchar mi voz! Creo que esa fue la mejor parte, cuando empecé a caer en la cuenta que sí estaba empezando a percibir cosas que antes no. Fue una sensación maravillosa. De verdad estaba pasando! Y encima lo tengo grabado en un video que me saca una sonrisa cada vez que lo veo. Así que bueno, muy emocionados todos arreglamos un par de cosas más, me hicieron preguntas con respecto a la diferencia entre escuchar con audífono y con el implante. Hablé con el cirujano que me operó, nos sacamos fotos todos bien contentos. Le interesó mucho mi caso en particular porque yo, a diferencia de otros implantados, ya escuché en algún momento, además de tener el oído entrenado musicalmente como para detectar los diferentes tonos, dentro de lo que escucho, de una nota. Entonces cuando me habían hecho las pruebas ya estaba diferenciando notas graves de agudas, que es algo muy poco común! Bueno, después de todo me explicaron cómo iba a ser todo por los siguientes días y demás. Si bien me hicieron una calibración bastante baja y como para que no me moleste, siento, digo, escucho cosas que antes no y el resto es re natural! Demás está decir que me mataba de la risa prácticamente todo el tiempo. Como ya dije, volví a mis 5 años, que justo fue el año que perdí la audición. Me sentía contenta, despreocupada, ansiosa por lo que se viene. Después de todo no puedo creer que haya sido tan fácil! Viéndome ahora cómo me sentía antes me dan ganas de viajar al pasado a rescatarme del miedo que tenía; en realidad no había nada que temer! Así como así, en cuestión de minutos se habían desvanecido todas las preocupaciones y volví a estar segura. Segura del camino que quiero construír en mi vida, escuchando, conectada con el mundo. Y fue hermoso cuando entró mi mamá a verme, la persona que más influyó en mi vida, la que me hizo que hoy por hoy esté tan bien como estoy. Se emocionó mucho, todos lo hicimos. Después de tanto trabajo, de ver médicos, hacer trámites, emociones por aquí, emociones por allá... la espera, ya estaba! Ya había pasado todo! Y ahora solo me queda mirar para adelante con la frente en alto y empezar a disfrutar todo aquello que antes no pude. Es más, cuando llegamos a casa Germán estaba tocando la guitarra y se nos ocurrió probar. La última cuerda a mí siempre me sonó igual, directamente no distingo una nota de otra porque no lo escucho (lo mismo con el piano). Pero esta vez pude detectar 3 NOTAS DISTINTAS y cantarlas, que es un montón como para ser el primer día y escuchando tan poco! No, no se imaginan la emoción. Lo que tengo por delante... no tiene precio.
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