Yo seguía con ese miedo adentro mío que no me podía sacar. Me repetía constantemente que iba a ser positivo, que no tenía por qué tener miedo, que esto me iba a ayudar! Pero por más racional que sonaba, me seguía doliendo. Yo mencioné que en un punto dejé de llorar, pero después volvió. Lloraba cada vez que hablaba de mi audición o del implante. Lloraba por dentro sin que nadie se diera cuenta, y el tiempo pasaba y pasaba y todavía no estaba en paz con la decisión de implantarme. Sabía que lo tenía que hacer tarde o temprano, pero no quería, y si no quería estaba todo perdido. Estuve mucho tiempo en este estado, tratando de aceptarlo, pero todavía no lo quería. No sabía cómo hacer para quererlo. Y si no querés algo, no vale la pena buscarlo, no tiene sentido. Hasta que llegó un día, el día que iba a cambiarlo todo. Tuve muchos momentos "reveladores", pero ninguno como este, porque gracias a ese mismo día pude avanzar finalmente con mi vida, dejé de quedarme estancada en el mismo lugar.
Hubo un momento en el que intenté escribir sobre el tema, pero lo dejé a la mitad: "Pasa el tiempo, cada vez me alejo más de mi mundo y me meto en uno nuevo. Escribir era lo que mantenía dentro de mi propia realidad, pero con tantas cosas pasando constantemente era imposible no tener presente el mundo real, la vida que pasaba delante de mis ojos. Es casi paradójico, si te ponés a pensar. Se suponía que tener los pies en la tierra sería algo bueno, pero ahora me encuentro con que solo estaba para distraerme de mi propio mundo, donde reinan mis pensamientos y donde no necesito dar explicaciones, donde todo tiene sentido; mi locura racional. ¿Qué pasaba en el mundo real? En éste me percataba cada vez más de cuánto me fallaba la audición, de cuánto me estaba desprendiendo de todos, alejándome de todo simplemente por no tener la capacidad de comunicarme con el resto, simplemente porque no tenía el cable que me conectaba al mundo. Y yo podría haber escrito sobre todo esto para poder pensarlo otra vez, para analizarlo mejor, y sin embargo no encontraba el tiempo para hacerlo, o las palabras.
Pasé mucho tiempo aferrada a ese miedo que le tenía al implante, al gran cambio, a la idea de que nada vuelva a ser igual. Fue un proceso muy largo de asimilación que nunca hubiese concluido a no ser por una serie de episodios que ocurrieron dentro de una semana."
Fue una suma de eventos que vinieron uno atrás del otro, como si estuviera destinada a pasar por ello y todo al fin parecía encajar perfectamente. Estamos hablando de hace un par de meses, en Marzo, no recuerdo qué día, pero sí todo lo que pasó. El día anterior había ido a la psicóloga, Martes a la tarde. Habíamos estado conversando acerca de mi implante, porque la fecha ideal giraba en torno a las vacaciones de invierno y yo todavía no lo había asimilado. El tiempo cada vez era más corto y se me venía encima. Sentía mucha presión por aceptarlo YA, porque era el tiempo de hacerlo y no lo podía postergar más. Las vacaciones eran el momento justo porque se adecuaba a mi vida, iba a tener tiempo para el reposo, no iba a tener que faltar a clase, y ya para el año que viene podía estar bien. Tenía mucho sentido y sin embargo, yo seguía luchando contra eso. Cuestión, hablábamos con ella de mi audición, de cómo me sentía actualmente, y me puse a llorar como nunca antes lo había hecho. Me acuerdo que le dije "nadie me entiende, nadie entiende lo que siento, nadie sabe nada". Me sentía sola. No podía pasar por esto sola. Sus palabras resonaron en mi cabeza: "Veo que no estás lista. Lo vamos a tener que postergar". Nueva catarata de lágrimas. Ese momento se sintió como una derrota. Todo el esfuerzo que había hecho para evitar esas palabras se desvaneció en dos segundos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario