5:45 AM, 17 de Octubre. Me levanto tranquila, sin nervios latentes. Había dormido poco durante la noche, 4 horas aproximadamente. Me cambié rápido, hice lo que sea que tenía que hacer que no había preparado ya la noche anterior. Di un par de vueltas. Me preparé adelante del espejo como toda mujer, debo admitir. Esperé a que mi familia terminara de desayunar; partimos en auto. Llegamos a la clínica alrededor de las 7. En todo el viaje escuché música con el ipod, mi fiel acompañante.
Llegué a la clínica de bastante buen humor. Mis padres me abrazaron y pude percibir tanto emoción como nervios, yo seguía tranquila. Entramos, me anoto, vemos llegar al cirujano. Por poco lo abrazo, pero me contuve. No, enserio, casi lo abrazo, significa que confío en esa persona y que sí estaba dispuesta a apoyar la cabeza en el quirófano para que me opere, y eso es bastante decir. Nos adentramos en la clínica, accedimos a un pasillo donde se encontraba el vestuario para pacientes. Yo estaba muy emocionada, muy contenta. Mamá estaba bastante nerviosa, se movía precipitadamente de un lado a otro, casi sin escuchar lo que nos decía la enfermera. Ella parecía amable. Era rubia con reflejos más oscuros, tendría al rededor de unos 30 años, más baja que yo. Tenía unos rasgos faciales un poco cansados. Me pareció percibir que había pasado por esto muchas veces: cierta persona a punto de operarse, nerviosa y omitiéndola. Aunque la operada en este caso era yo, como me encontraba en una dimensión completamente distinta se tenía que dirigir a mi madre, que también la omitía. Ella nos indicó lo que teníamos que hacer con nuestras pertenencias, ropa y demás. Me despedí de mi papá y mi hermano con un abrazo y los vi atravesar las puertas que separaban el anteúltimo paso antes de la cirugía de todo lo demás.
Nos metimos en el vestuario. Mi madre seguía moviéndose apresuradamente de un lado a otro. La enfermera nos dio indicaciones de lo que nos teníamos que poner y se retiró. Yo me cambié en un suspiro, contenta de la vida. Hasta el momento nada parecía preocuparme ni atemorizarme. Salimos de la sala, yo muy divertida con mi bata y gorra, y pude alcanzar a ver a gente del otro lado del vidrio, a lo lejos, con sus miradas posadas en mí. Podía sentir la curiosidad: de qué la operarán? por qué está tan feliz? qué le pasa? qué tiene? En fin, vi llegar a mi fonoaudióloga de tantos años, Gina, que también fue a cambiarse. Pronto las tres entramos en un pequeño sector rodeado por cortinas donde había una camilla, la anestesia, y demás cosas básicas para mi preparación. Y fue ahí cuando comencé a flaquear.
Me acosté en la camilla y empecé a llorar. Sí, tenía miedo. Había soñado un montón de veces con el momento en el que me ponían la anestesia y me despedía de todo. Aparecieron dos enfermeras más que trataron de tranquilizarme junto con mamá y Gina. Una incluso me abrazó y estuvo todo bien hasta que me tuvieron que poner la primera inyección. Sacó una jeringa, preparó todo y procedió a inyectarme la primera dosis de suero y anestesia. Una punzada recorrió por todo mi cuerpo, me acuerdo que fue horrible, hasta que después se empezó a aplacar de a poco. Pero yo seguía llorando, me calmaba y volvía a romper a llorar. Mi mamá y Gina me sonreían, yo les devolvía la sonrisa con los ojos todos llorosos, de verdad quería parar de llorar. Miraba hacia mi costado arriba y veía caer las gotas del suero y la anestesia, una por una, a ritmo constante, y deseaba tranquilizarme, que pase todo ya... Clac, clac, clac. Por suerte me dejaron tomar el ipod y escuchar música clac y ahí clac me tranquilicé un poco clac clac. Empecé con canciones lentas para calmarme y terminé escuchando temas mucho más coloridos y alentadores mientras Gina y mamá me calmaban y mimaban, y el clac clac clac por fin dejaba de tener tanta importancia.
Yo pensé que me iban a dormir ahí, pero no fue así, por lo que la espera se me volvió interminable. Finalmente llegó el momento, me tenía que parar y dirigirme hacia el quirófano. Fuimos caminando lentamente, yo apoyada en alguna persona, no recuerdo bien quién, con el suero y la anestesia en la mano. Entramos al quirófano. Me lo había imaginado mucho más oscuro como en las películas o series. Sin embargo estaba todo iluminado con su personal trabajando metódicamente, repitiendo un proceso. Tan familiar para ellos, tan nuevo para mí.
Ay por dios casi me pongo a llorar!! Quiero saber qué siguió!!! No me dejes con la intriga, piba
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